TIJUANA, SEPTIEMBRE 3, 2025.- Francisco Armendáriz, conocido como “Dr. Franky”; Armando López, “Dr. Fofito”; y Moisés, “Dr. Chamoy”, integran un grupo de payasitos que recorren los hospitales de la ciudad con una misión muy especial: regalar sonrisas en los momentos más difíciles.
Con narices rojas, moños grandes y coloridos, y mucha energía, estos entrañables personajes transforman los pasillos grises de los hospitales en escenarios de alegría. Llevan consigo pequeñas sorpresas, palabras de aliento y, sobre todo, peluches que reparten tanto a niños hospitalizados como a aquellos que esperan fuera del hospital acompañando a un familiar enfermo.
Armando López, “Dr. Fofito”, explicó que forman parte del grupo voluntario Grullas de Amor, que desde hace más de 14 años realiza esta labor altruista. “Durante todo el año visitamos distintas estancias médicas para llevar alegría a niños en situaciones de salud muy complicadas, tanto en el área general como en oncología”, comentó.
Una de las actividades más significativas que realizan durante sus visitas consiste en la entrega de un peluche acompañado de un «certificado de adopción», donde los niños deben escribir el nombre de su nueva mascota. Como parte del juego, también se comprometen a cuidarla. Este gesto, aunque sencillo, se convierte en un símbolo de compañía, esperanza y responsabilidad en medio de la adversidad.
Pero su misión no se limita a las habitaciones del hospital. Los payasitos también recorren las afueras, donde muchas veces encuentran a niñas y niños esperando durante horas mientras algún familiar es atendido. A ellos también les brindan un momento de consuelo y alegría, reconociendo que el dolor y la incertidumbre también los afectan profundamente.
Francisco Armendáriz, “Dr. Franky”, compartió que esta noble causa nació como iniciativa de un grupo de amigos con el mismo deseo: llevar un poco de felicidad a quienes más lo necesitan. Con el paso del tiempo, el proyecto fue creciendo y sumando cada vez más voluntarios.
Por su parte, Moisés, “Dr. Chamoy”, relató que su motivación personal para unirse al grupo fue haber sido él mismo un paciente oncológico. “Al principio, ellos me visitaban a mí. Yo estaba internado con cáncer. Me prometí que, si salía adelante, me uniría a ellos. Gracias a Dios hoy estoy aquí, devolviendo un poco de lo que en su momento recibí”.
A través de juegos, abrazos y pequeños regalos, este grupo de payasitos voluntarios demuestra que el amor, la empatía y la risa también puede formar parte del tratamiento médico, tanto dentro como fuera de un hospital.
Fotos Karen Castañeda/ Border Zoom


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