Las mamás se autofestejan haciendo adobes; celebrarlas costará 17.80% más

CIUDAD DE MÉXICO, MAYO 6, 2025.- Ante la celebración del Día de las Madres, la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) realizó un sondeo de mercado sobre el costo de los artículos de mayor demanda para regalar a mamá en su día. En promedio, unas flores con chocolates cuestan $550.00, prenda de vestir entre blusa o vestido $1,100.00, tenis $2,600.00, perfume $2,900.00, joyería de fantasía $1,000.00, una ida al spa $3,600.00, electrodomésticos como centro de lavado $38,499.00 o refrigerador $19,590.00, salir a cenar con la familia a un restaurante de media gama diez personas $7,000.00, organizar una carne asada para diez personas $5,300.00; estos formatos de celebración tuvieron un incremento de 17.80% respecto a los costos del año pasado.

“Las madres mexicanas son la piedra angular de la familia, se quitan el pan de la boca para dárselo a sus hijos, nunca se dan por vencidas ante la adversidad, la enfermedad o los problemas económicos. Por ello, el 10 de mayo, Día de las Madres, muchas mamás organizan y participan de los preparativos de su propia celebración, pues nunca son egoístas, siempre procuran el bienestar de la familia. El mejor regalo que una madre mexicana desea, más que cualquier cosa material, es que sus hijos, su esposo y sus seres queridos estén bien, con salud, trabajo y ánimo, un ambiente de armonía familiar. La felicidad de la madre mexicana es la felicidad de su familia. Para muchas de ellas, el 10 de mayo no es muy diferente al resto de los días del año, siempre están avocadas a atender las tareas del hogar. Por eso decimos que las mamás hacen “adobes” al festejarse, porque son los muros que sostienen la casa”, explicó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.

Indudablemente, el miembro de la familia que más enfrenta los estragos del flagelo de la inflación alimentaria es la madre, quien, por lo general, se encarga de abastecer de alimentos el hogar y preparar la comida diaria que se exige en la manutención. Durante la pandemia, las madres de familia cargaron sobre sus hombros múltiples tareas que esta circunstancia extraordinaria demandó; apoyar a los hijos en las labores escolares a distancia, a los que enfermaron, a los adultos mayores, guardar sana distancia al realizar la compra de víveres y medicinas. En resumen, los estragos de la pandemia de COVID-19 cayeron en gran medida sobre ellas y en forma admirable los soportaron y resolvieron.

“Después de la pandemia, cuando todos pensamos que vendrían tiempos mejores, nos pasaron a los consumidores la factura económica del COVID-19 con la inflación alimentaria. Se lean como se lean las estadísticas, en la postpandemia la inflación ha encarecido alrededor de un 35% el costo de los alimentos en nuestro país, golpeando con más fuerza a los más vulnerables, a las familias que viven del trabajo diario y destinan hasta noventa centavos de cada peso que ganan a la compra de alimentos, aquellos que viven apenitas, ya que no tan sólo se encarecieron los víveres, sino que también disminuyeron sus ingresos por pérdida de empleos o reducciones salariales”, relató Rivera.

Por eso, cuando alguna autoridad trata de relativizar el costo inflacionario, se topan con pared, con las amas de casa, que viven esta tragicomedia diaria y a quienes no se les puede dar atole con el dedo, pues ellas realizan auténticos malabares para conciliar el bajo poder de compra con lo elevado de los precios, movidas únicamente por su sentido de responsabilidad para ofrecer la mejor alimentación posible a sus seres queridos, incluso en condiciones tan adversas como las que ahora vivimos.

El último reporte de INEGI indica que en la primera quincena de abril la inflación subió a 3.96% y todo apunta a que esta tendencia continuará en los próximos días. Además, el calendario de consumo que se avecina (graduaciones, vacaciones de verano, regreso a clases) representa una presión severa para los consumidores, al grado de desesperarlos hasta jalarse los cabellos porque simplemente no logran conciliar sus gastos.

En este contexto celebraremos el 10 de mayo. Y cómo no hacerlo, si ahora más que nunca debemos reconocer que las madres han sido todo, sobreexplotadas por las circunstancias inéditas que nos han sorprendido. Reiteramos: en el pequeño comercio 7 de cada 10 negocios son operados por mujeres, amas de casa que son comerciantes, esposas, madres, profesoras, enfermeras, asistentes geriátricos, psicólogas, de todo lo que se necesite para que su hogar funcione. Podemos decir que las amas de casa del pequeño comercio están plenamente emancipadas, pues, incluso cuando tienen pareja, son ellas quienes llevan las finanzas totales del hogar”, finalizó Rivera.

Entonces, esta fotografía es una postal de reconocimiento realista a las madres pequeñas comerciantes, por su enorme capacidad de trabajo y gran capacidad de amar. Las mamás del pequeño comercio seguramente se celebrarán trabajando porque ese es su compromiso permanente con sus seres queridos. Así y con mucho cariño se celebrarán y serán celebradas las madres trabajadoras de México.

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